La forma en que utilizamos y generamos electricidad ha experimentado un cambio histórico en la última década debido, en parte, a cambios en la tecnología.
El cambio más notable ha sido el retiro de la generación centralizada de combustibles fósiles, como las plantas de carbón, y el desarrollo de energías renovables como la eólica y la solar. Además de producir electricidad más limpia, el desarrollo eólico y solar ha brindado nuevas oportunidades económicas a los estados y comunidades rurales, especialmente en el Medio Oeste. Los beneficios de estos proyectos han incluido ingresos fiscales adicionales para condados pequeños, nuevos empleos y carreras asociadas con los proyectos y la creación de otra fuente de ingresos para los propietarios de tierras que albergan proyectos.
Pero a medida que estas plantas centralizadas se retiran y son reemplazadas por recursos de energía limpia más dispersos geográficamente, está claro que nuestro sistema de transmisión ha tenido dificultades para seguir el ritmo del cambio fundamental en la forma en que producimos electricidad.
La falta de transmisión suficiente ha presentado una barrera real para el desarrollo de nuevos proyectos de energía renovable, limitando la cantidad de energía limpia puesta en funcionamiento junto con los beneficios económicos que la acompañan. Un estudio reciente señaló que 245 proyectos de energía limpia (lo suficiente para alimentar a 7.6 millones de hogares) fueron retirados de la cola de conexión a una red eléctrica regional. Uno de los factores contribuyentes ha sido la falta de transmisión suficiente.
Para continuar con la expansión de la energía limpia, es clave que prioricemos la actualización de nuestra red eléctrica para conectar nueva generación a los consumidores. Con una red moderna, podemos aprovechar los beneficios de las energías renovables y al mismo tiempo brindar nuevas oportunidades a las zonas rurales de Estados Unidos.